A nuestros días, el crecimiento de las transnacionales, los monopolios, las insostenibles políticas de consumo y la manipulación injusta de las leyes que regulan el capital han provocado un descalabro sin precedentes, colocando al borde de un colapso la naturaleza y la existencia misma de la humanidad. La economía del deseo ha sedimentado una especie de optimismo generalizado que se niega a creer que todo tiene un límite. Las estrategias del mercado se tejen cada vez como una red compleja del que solo tenemos acceso desde su impenetrable empaquetado. En el contexto de territorios al margen, en el sur global las dinámicas provocadas por la extracción de los recursos, la privatización de las riquezas y los procesos de desterritorialización vulnera la vida de comunidades enteras, presas en el desamparo de mecanismos mediáticos que se desentienden.

La obra del artista colombiano Alejandro Sánchez reflexiona precisamente sobre la verdadera esencia del modelo económico internacional, agujerea su cortina y pone al descubierto sus fallas. Desde hace varios años, ha venido desarrollando la serie Some Economies donde explora los medios, los motivos, el lenguaje con los se moviliza el mercado y sus mercancías. En su trabajo el recurrente empleo de los contenedores - objeto (trans)portador de contenidos- escapa de su mera condición física y nos induce a cuestionar su infalible realidad. Sánchez manipula la solidez de los inquebrantables volúmenes de carga, altera su condición natural; en ocasiones los vacía o los violenta incorporándole otro volumen que se contrapone, los fragmenta e interviene, jugando con la estabilidad de sus puntos de apoyo como si se trataran de pirámides invertidas dentro del espacio.

Existe una vacuidad que subyace tras el imperio de las economías con las que orquestamos nuestras vidas; hay un precio muy alto, que va más allá del costo instantáneo de las mercancías, y es el que agrieta las sociedades y su necesario equilibrio. Es la fragilidad, que no se alcanza ver tras el muro de los insaciables anhelos, la que el artista nos concientiza desde la confrontación que sugieren sus ambiguos objetos. En el ejercicio de sus indagaciones Alejandro se aproxima a zonas en conflicto ante la escasez, y allí restituye por otros nuevos, los techos corroídos de poblaciones costeras, como las cercanas a los puertos más importantes del país, extrayendo estos elementos residuales que después serán recompuestos a imagen y semejanza de los mismos hexaedros metálicos con los que se distribuyen los productos por vía terrestre y fluvial. Como quien sigue el rastro de un barco a la deriva la obra de Sánchez se sumerge en las imperfecciones del viaje, descubre en él sus estructuras permeables, se adelanta así a la idea de un naufragio.

Yanet Oviedo Matos